Concordancia

La Concordancia en Argentina

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Contexto Histórico y Legado de «La Concordancia»

Cuando los efectos de la depresión de 1929 se hicieron sentir, la reclusión de Yrigoyen hizo posible que una pequeña banda de cadetes armados tomara el poder en 1930, dirigidos por un general retirado, José E.Uriburu.

De 1932 a 1943, período conocido como la «Década Infame», la oligarquía reasumió el poder en forma de una coalición poco firme (la Concordancia) de conservadores y radicales antipersonalistas, apoyados por las fuerzas armadas. Fueron sus amigos y partidarios quienes se beneficiaron de la recuperación económica. La Segunda Guerra Mundial dividió aún más a la sociedad argentina. Algunos dirigentes eran fuertemente pro-aliados, pero otros, sobre todo en las fuerzas armadas, eran pro-eje. En 1941 parecía que los políticos civiles instalarían a un presidente pro-aliado, y el ejército intervino de nuevo. El coronel Juan Domingo Perón, secretario de la logia del ejército que planificó y ejecutó el golpe, se convirtió en Ministro de Guerra y Secretario de Trabajo y Previsión Social del Gobierno militar. Promovió reformas laborales y fomentó la sindicalización, haciéndose inmensamente popular entre las masas, aunque no entre la oligarquía. En 1946, en unas elecciones libres, ganó la presidencia de forma decisiva. En 1949 modificó la Constitución para permitir su reelección inmediata y se mantuvo en el poder hasta 1955.

El régimen autoritario de Perón se apoyó en una alianza con los sindicatos y en el apoyo popular de los desfavorecidos urbanos, los descamisados. Los grandes programas de bienestar social aportaron beneficios reales a los pobres y fueron dramatizados por la carismática esposa de Perón, Eva Duarte de Perón («Evita»), que llegó a ser considerada prácticamente una santa. Nacionalista acérrimo, Perón compró los ferrocarriles de propiedad británica y otros servicios públicos, aceleró enormemente la industrialización bajo un fuerte control gubernamental y aumentó el papel del Estado en la economía. En su política exterior buscó una «Tercera Posición», que más tarde se denominaría de no alineamiento, y el liderazgo de Sudamérica. Sin embargo, descuidó el sector agrícola, antes base del comercio de exportación de Argentina. La migración rural aumentó y se produjeron graves desequilibrios económicos. Al aumentar la inflación y caer la producción agrícola, el crecimiento de la economía se ralentizó. Eva Perón murió en julio de 1952, privando a su marido de su aliado más fuerte con las masas. Sin embargo, los militares se habían alejado de su protagonismo, algunos oficiales ya estaban cansados del propio Perón, y en septiembre de 1955 Perón fue depuesto y se exilió en España. Sin embargo, su legado y su movimiento político sobrevivieron, para formar la división fundamental en la política argentina durante las tres décadas siguientes.

El factor crítico fue el antagonismo entre las fuerzas armadas y los peronistas, ya que las primeras intentaron durante 18 años excluir tanto a Perón como a sus partidarios de la política nacional.

Entre 1955 y 1983 la historia política de Argentina fue muy turbulenta. En junio de 1973 se permitió el regreso de Perón y en septiembre fue elegido presidente, asumiendo la vicepresidencia su tercera esposa, María Estela («Isabela») Martínez de Perón. Inevitablemente, las esperanzas de sus partidarios se vieron defraudadas. Perón, ahora un hombre enfermo de 78 años, fue incapaz de satisfacer las numerosas y conflictivas demandas que se le hicieron. A su muerte, el 1 de julio de 1974, su viuda se convirtió en la primera mujer presidenta ejecutiva de América Latina (y, de hecho, del mundo). El movimiento peronista no sólo estaba ahora dividido, sino que sus alas extremas estaban, de hecho, en guerra, y en marzo de 1976 las fuerzas armadas tomaron de nuevo el poder.

Revisor de hechos: Hellen

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